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Reflexiones belgas (I): Historia y entidades

Sobre la dificultad belga para formar gobierno. Parte I: historia nacional y regiones

24/08/2020 |21:28
Jgsamartin

Pocos países pueden presumir de tener un sistema político como el belga, donde las crisis de gobierno, inherentes quizás a su colorido multipartidismo, se conjugan con buen rumbo económico y moderación en las bancadas parlamentarias. 14 partidos se reparten a día de hoy 150 escaños, como resultado de las elecciones del 26 de mayo de 2019. Desde entonces, andan a la búsqueda de un gobierno estable.

Si bien el gobierno actual no está en funciones –la crisis del coronavirus lo ratificó para dotarle de la capacidad de tomar medidas especiales– el 4 de agosto se cumplieron 541 días sin ejecutivo con auténtica mayoría absoluta, igualándose el record establecido dos legislaturas atrás.

Estos periodos de año y medio sin gobierno no son únicos, sino que han venido precedidos de otros similares a lo largo del siglo XXI. ¿Cómo ha podido llegarse hasta aquí? Las tremendas diversidades sobre las que se cimenta este país, hijo del Congreso de Viena, en cierto modo, las culpables.

La nación belga

Bélgica nace en 1830 tras una revolución de las provincias del sur de los Países Bajos, «estado tapón» creado en lo que antaño fue el Flandres revuelto de los Austrias, para contener los anhelos dominadores franceses. Las provincias del norte, protestantes, impusieron rápidamente su religión y sus criterios en el gobierno lo que, unido al supuesto carácter autoritario del soberano, Guillermo I, llevó a la independencia de lo que hoy conocemos como Bélgica (y treinta años después, de Luexemburgo).  

Pasado el miedo a ser invadidos por franceses y holandeses, los belgas siguieron una trayectoria «normal», si acaso la Historia comparada admite este término. Liberales y conservadores fueron alternándose en el poder, con treinta años de gobierno interrumpido de estos últimos entre 1884 y 1914. Líos coloniales que les han llevado a sumarse a la moda antiestatuas y el crecimiento paulatino del movimiento obrero y el socialismo acompañaron hasta la Segunda Guerra Mundial a esta nación centralizada donde la comunidad francófona, rica y ligeramente minoritaria, dominaba a la flamenca, que poco a poco fue haciendo valer sus derechos.

Tras el conflicto bélico, los hechos se aceleraron. Por un lado, la mutación económica de esos años llevó al abandono de las minas, motor principal de la actividad económica de la zona francesa. Unido a ello, las luchas confesionales se mitigaron (especialmente tras el Pacto Escolar de 1958) y dejaron paso a otras de clase, entre la nueva burguesía flamenca, democristiana, y los obreros empobrecidos de una Valonia marcadamente socialista.

Los altercados de 1967, que llevaron a la división en dos la Universidad de Lovaina (en algunas cosas de manera demasiado literal, quedándose cada sede con la mitad de los volúmenes de las colecciones) fueron un momento decisivo en la reformulación del país. Desde ese momento, fue cobrando fuerza la idea de un país con dos regiones lingüísticas bien diferenciadas a nivel político, unidas únicamente por Bruselas y la monarquía.

Estructura regional

Tras seis reformas de la Constitución (1970, 1980, 1989, 1993, 2001 y 2014), Bélgica se compone actualmente de tres entidades federales: Flandres, al norte, Valonia al Sur y en el centro, Bruselas.


Regiones y provincias belgas - Fuente: Wikimedia Commons

La división no es solo lingüística sino también política. Los flamencos, cuyo idioma es una variante del holandés con una pronunciación más fácil para nosotros, son a día de hoy, el motor económico del país y a la vez, la cuna de los mayores anhelos independentistas. El amplio dominio democristiano de la práctica totalidad del siglo XX ha dado paso a una prevalencia de la Nueva Alianza Flamenca (N-VA), partido nacionalista de tintes conservadores.


Parlamentos flamenco y valón. Ambos de Wikimedia Commons: [1], [2]
Familias políticas: Ultraizquierda (rojo oscuro), Socialdemócratas (rojo), Ecologistas (verde), Democristianos (naranja), Liberales (azul), Nacionalistas flamencos (marrón), Ultraderecha (amarillo)

En contrapartida, Valonia, región francesa, es una región deprimida económicamente donde los socialistas han gobernado desde el fin de la guerra, si se exceptúan dos años al final de la legislatura pasada, donde los diversos escándalos llevaron a la oposición a plantear una moción de censura, y tres años entre 1985 y 1988. Los parlamentos de ambas, como se ve en la imagen, han sido siempre un hervidero de partidos con porcentajes similares de votos, siendo necesarias coaliciones para poder gobernarlas. Colaciones, evidentemente, de distinta tendencia a cada lado.

Si eso ya es caldo de cultivo suficiente para la inestabilidad, Bruselas complica aún más las cosas, a la vez que mantiene unidos ambos conjuntos poblacionales, ninguno de los cuales quiere aprender la lengua del otro. La capital de Europa, es una región francófona en territorio flamenco. Aunque su población total ronda el millón de habitantes, se la considera a nivel político una agrupación de 19 municipios, equivalentes a los distritos de una ciudad como Madrid o Barcelona, que posee parlamento y atribuciones legales como las de Valonia y Flandes.


Comunidades lingüísticas de Bélgica - Fuente: Wikimedia Commons

Para completar el festín, existen otras entidades políticas con competencias culturales y educativas. No se trata de las regiones, que también existen y no difieren mucho de las de cualquier otro país europeo, sino de las comunidades. Estas son organismos de elección indirecta, con un parlamento y un gobierno propios, con poderes sobre todos aquellos que hablan la misma lengua.

Hay tres, una francesa, con jurisdicción sobre Valonia y los francófonos de Bruselas, una flamenca, fusionada a efectos prácticos con la Región Flamenca y una germanófona. Porque, sí, en el este del país, hablan alemán.

Como coincidan elecciones, por tanto, la ceremonia es impresionante y los periódicos no paran de abordar coaliciones posibles, negociaciones secretas y acuerdos programáticos que siempre implican de tres a más partidos.


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